jueves, 9 de enero de 2014

Párrafos de La Epopeya del "Chato" 2

Segunda selección de algunos de los párrrafos más representativos de La epopeya del "Chato" de ediciones www.bubok.es, obra de A. Febus (J. M. Menéndez), entrenador personal y finalista del campeonato de Europa de Culturismo Natural (doping free). Copyright : J. M. Menéndez.
Jaime Menéndez "El Chato", en Nueva York, 1928. Foto Febus.
Poco a poco el aumento de tamaño de mi biblioteca particular me obligó a buscar un hogar mayor, por lo que me mudé al número 35 de Whitson Street, en Forest Hills. Era una zona muy tranquila, el descanso vecinal reinaba por sus avenidas… A pesar de no haber ningún monárquico por la zona. Allí años más tarde, y durante décadas, se celebraría el famoso Open USA de tenis. Curiosamente en 1975, año de la muerte de Franco y del nacimiento de nuestra “transición”, un granadino de a pie, pero con un talento “off the record”, se proclamó campeón de dicho torneo. Desde ese momento el genial MANOLO ORANTES hizo historia en los anales del deporte Español.
Ingresé en el Washington Square College de la NEW YORK UNIVERSITY para perfeccionar mis estudios, primero en letras y luego en biología. Entablé entonces amistad con grandes intelectuales que llegarían muy lejos a nivel profesional, entre ellos un tal TENESSE WILLIAMS… a lo mejor no les suena de nada. También conocí a E. HERMAN HELSPET -hispanista, autor de Some Schoolmasters of Spanish Fiction-, a MR. WHEAT, profesor y jefe del departamento de biología de la NEW YORK UNIVERSITY; a BORIS GAMZUE, un hombre entrañable que llegó a ser rector, y a AUGUSTUS C. JENNINGS (insigne nombre romano para un gran escritor): fue autor, entre otros, del interesante libro "A linguistic Study of the Cartulario de San Vicente de Oviedo". JENNINGS poseía un alto sentido del humor. Siempre que me veía me gastaba la misma broma:
- Jimmy (los amigos me llamaban así), mira, soy escritor, soy de Nueva York, soy americano, y lo que más duele es que sepas escribir mejor en inglés que yo, siendo de un pueblucho de Asturias, cuyo nombre ni siquiera recuerdo
El insigne intelectual americano Augustus C. Jennings, gran amigo de Jaime Menéndez. Foto Febus.
Otras de mis grandes amistades fueron GEORGE WRIGHT, un editor y escritor que poseía un ingenio digno de un artista de primera línea y una sagacidad similar a la de “Hércules Poirot”; también el escritor y diplomático CLAUDE BOWERS, que más tarde sería embajador de EE.UU. en Madrid durante la Guerra Civil Española; un joven FRANCIS C. HAYES, autor del sugestivo libro Lope de Vega, “que curiosamente trata de Lope de Vega”; BÁRBARA MATULKA, una mujer muy especial, erudita en temas Hispanos y Galos, que escribió obras tan fascinantes como: "The Cid as a courtly hero. From Amadis to Corneille" o "The novels of Juan de Flores and their European difusion; a study in comparative literature".

Uno de aquellos amigos me introdujo en la masonería, una especie de hermandad burguesa, intelectual y progresista de cuyos componentes, mis hermanos masones, aprendí mucho. Pronto ascendí a Maestro en la Logia Universal, mientras seguía con mis estudios, lecturas, tertulias y reuniones. Y al fin, comencé a trabajar de redactor en un periódico: el diario "LA PRENSA", primer rotativo de EE. UU. escrito en castellano. Enseguida me hice con las riendas del mismo, pues poco a poco iba floreciendo en mí una enorme facilidad para escribir artículos de todo tipo, aunque me centraba en la política internacional, mi gran pasión.
Tarjeta de visita de Jaime Menéndez "El Chato" del diario La Prensa de Nueva York. Foto Febus.
1925 fue un año pleno de acontecimientos. Fíjense: en primer lugar tuve el honor de conocer al insigne intelectual y profesor de derecho internacional, mi admirado CAMILO BARCIA TRELLES, poco después de publicar su magnífico libro "El imperialismo del petróleo y la paz mundial", que me dedicó de la siguiente manera: “Al director de "La Prensa" de New York, muy cordialmente”. Sí, en ese momento formaba parte del “staff” directivo del mencionado rotativo, siendo el primer asturiano que lograba tal honor.
Dedicatoria de Camilo Barcia Trelles a Jaime Menéndez, director en 1925 de La Prensa. Foto Febus.
 Mientras tanto me carteaba con mis hermanos: JULIO seguía en Sobrerriba y los demás que continuaban su periplo por Cuba. De ese modo me mantenía informado de las noticias referentes a la familia y las amistades. También en mis ratos libres repasaba libros imprescindibles, como El Capital, de KARL MARX, tan criticado por unos y tan apreciado por otros, aunque sin duda es una de las obras más interesantes e inteligentes de las últimas centurias. Aunque muchos regímenes se apropiaron el calificativo de socialistas o comunistas, hasta ahora la doctrina que el filósofo nos explica en sus tomos no ha sido llevada aún a la practica; quizás sea una utopía... Otros volúmenes suyos muy significativos son La ideología Alemana y Salario, precio y ganancia.
En ese mismo año, recuerden, 1925, se materializó uno de mis grandes sueños: THE NORTH AMERICAN NEWSPAPER ALLIANCE buscaba un redactor de deportes para su rotativo "THE NEW YORK TIMES". Llamé por teléfono -aquí uno estaba siempre rodeado de inventos modernos, teléfonos, radios, frigoríficos, ascensores, automóviles, etc.- y me citaron para hacerme un entrevista y una prueba de redacción ocho días después. Engullí, como poseído por “The Carajito´s instinct”, la mayor cantidad posible de información deportiva, sobre todo de baseball, el deporte rey en los EE UU. Durante las vísperas de la “gran prueba”, los nervios brotaban por todo mi ser. Aunque los deportes no eran mi especialidad, el simple hecho de pensar en alcanzar un puesto en la insigne redacción del rotativo más importante del mundo me ponía los bellos como carajitos.
"Y llegó el gran día. El “examen” se celebró en las oficinas del 247 West- 43rd Street, en un edificio elegante, clásico e imponente. Éramos casi un centenar de aspirantes para una sola vacante: el tema estaba difícil, pero no imposible. Nos llevaron a un aula muy grande, y pasamos la mitad de los candidatos. Cada uno tenía su propia mesa y su máquina de escribir, esa maravilla de la ciencia, la Underwood Standard nº 5, de 1920. “¡Bien, igual que la mía!”, pensé.

Apareció entonces un señor alto, con traje oscuro, muy oscuro, tan oscuro que casi no se veía, muy delgado, pero que muy delgado, tan delgado que de perfil casi no se veía, nariz prominente, orejas muy grandes y puntiagudas que ¡joder, estas si que se veián! de perfil, de frente, de cerca, de lejos... y recuerdo que tenía una mirada profunda, tan profunda que era capaz de traspasar el muro de Berlín.
¡Pero si ese muro ya no existe! Alguien exclama. Recuerden que estamos en el Más allá. Y esa voz es de un señor que siempre está por aquí rondando. Rondando y apuntillando todo lo que le apetece... Ya le iran conociendo.
Pero como les iba diciendo ese señor alto, delgado y con orejas puntiagudas dijo con voz alta y grave:
–Buenos días, señores, y bienvenidos a THE NORTH AMERICAN NEWS PAPER ALLIANCE. Mi nombre es MR. SPOCK, y tienen 5 minutos y 55 segundos para escribir todo lo que sepan acerca de MR. LOU GEHRIG. El tiempo empieza ya, esto es periodismo.
¡Joder! Pensé estos americanos son la leche."
La máquina Underwood standard nº5 de 1920 de Jaime  Menéndez. Foto Febus.

 
Introduje el folio en la máquina y me puse a batanear very quickly o sea, a toa leche:

Aunque Lou Gehrig lleve sólo dos temporadas en los Yanquees, va­ticino, debido a su gran destreza, talento, fuerza e inteligencia que lle­gará a ser uno de los referentes de mayor nivel en la historia del ba­seball mundial. Este joven de 24 años, nació en Manhattan el 19 de Junio de 1903... A los 18 años, a la par que trabajaba, ingresó en la escuela supe­rior de Comercio destacando en soccer, football y, su actividad favo­rita, el baseball. De complexión atlética, mide 6,1 ´ ´ y pesa 190 li­bras... En 1920, gracias a su importantísima aportación, su equipo ganó el campeonato de escuelas superiores de su área, por lo que dis­putaron el Campeonato de la ciudad de Chicago en el Parque Wrigley Field feudo de los Chicago Cubs... Lou ingresó en la Universidad de Columbia donde impartió gran maestría en todos los partidos, pronto se convirtió en una   estrella. Todos recuerdan que durante uno de esos matches, bateó una bola con tal fuerza que fue a parar fuera del estadio de Columbia cruzando la mismísima calle 116 a unos pasos de la librería Butler. La reper­cusión de ese hecho le supuso su pasaporte a Los Yankees... En 1923 y 1924 jugó en las ligas inferiores pasando a primera di­visión en este año. El 2 de Junio se convirtió por accidente en el ba­teador titular del equipo. Adquiriendo el mismo nivel estelar que su compañero Babe Ruth. Su juego ha sido de vital importancia para el equipo y en los títulos obtenidos hasta la fecha. Esta temporada ha bateado nada menos que 373 golpes y ha sido líder de la liga Americana con 175 carreras, todo un hito. Como dije, estamos ante una leyenda del deporte rey, ¿Lo dudan?
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario